Diagnóstico de la halitosis
DIAGNOSTICO
Durante siglos, el diagnóstico y medición de la halitosis se hacían a través de una evaluación humana, a través del propio sentido del olor, del olor de la saliva o aliento del paciente. Si bien los que tenían experiencia en evaluar el olor pueden haber desarrollado un grado de acuidad con respecto a compuestos específicos (en la investigación actual todavía se utilizan los expertos del olor), el procedimiento era muy subjetivo y no parece ser ahora muy apto como base para los diferentes tipos de diagnóstico.
El proceso sensorial humano limita también la habilidad de los expertos para aislar un compuesto determinado, creando una relación hipo-aditiva no lineal entre el número de sustancias malolientes presentes y el número que puede ser detectadas por quienes evalúen la situación.
El diagnostico personal parece particularmente deficiente, porque un sentido del olfato que funciona normalmente, se desensibiliza ante los olores continuos. Además, los factores psicológicos como la paranoia, la esquizofrenia y un trastorno obsesivo-compulsivo pueden distorsionar el sentido del olfato del paciente ante su propio olor bucal, lo que puede conducir a una forma de hipocondría conocida como "halitosis engañosa o ilusoria".
Un estudio llevado a cabo en 1996, observó que la valoración personal del olor bucal era mucho más elevada que la asignada por un juez del olor y que no estaba asociada con la salud periodontal. En quienes se quejaban se había registrado un valor psicopatológico relativamente más elevado en un perfil "SCL-90", que en un grupo de referencia de igual edad y sexo, en el que no se había comprobado halitosis.
Un estudio japonés reciente es indicativo de los problemas de diagnóstico personal. Ha hallado que los pacientes, que se quejaban principalmente de halitosis, era mucho menos probable (por un factor dos), diagnosticar halitosis que en los pacientes que se quejaban en primer lugar de otra afección (digamos, periodontitis o gingivitis), y secundariamente de halitosis. Los investigadores llegaron a la conclusión de que la mayoría de los pacientes cuya primera queja era la halitosis no padecían realmente de halitosis, sino de una halitosis ilusoria debido a suposiciones basadas en las actitudes de otras personas. No es de asombrarse que los investigadores observaron que los pacientes que se quejaban de halitosis peor que no se les confirmaba el diagnóstico, eran los que se sentían más disastisfechos con la calidad del tratamiento recibido.
Otro estudio de evaluación personal, utilizó una prueba microbilógica para diferenciar entre la halitosis psicogénica y orgánica. La prueba consistió en observar la precipitación de sulfuro de plomo sobre el extremo de un aplicador embebido en un medio de cultivo de bacterias anaeróbicas con suplementos especiales. La prueba era lo bastante eficaz para clasificar a los pacientes cuya condición (de halitosis psicogénica y orgánica), había sido establecida por un método de entrevistas.
Entre las medidas más objetivas figuran el uso de monitores portátiles de sulfuro, cromatografía de gases, detectores de llama fotométrica, y espectrómetros de masa. Como estos procedimientos de medición varían desde los más limitados pero convenientes hasta los más caros y pesados, una gran cantidad de investigación dental está dedicada a establecer una correlación de costo más bajo para los reconocidos marcadores clínicos de la halitosis.
Niveles de sustancia como BANA (benxolarginina-2-naftilamida hidrolizados por mucha microflora oral) son utilizadas como instrumentos para determinar los niveles de las sustancias químicas implicadas en la halitosis que otras sustancias más caras de detectar. Se ha demostrado que la prueba BANA, por ejemplo, es muy útil para detectar compuestos que causan la halitosis pero que son independientes de los niveles csvc.
Un estudio reciente sobre las técnicas de medición actuales de cuenta del progreso obtenido con detectores de óxido de zinc y de quemiluminescencia nitrógena. El detector de queminluminescencia, por ejemplo, permite la medición precisa de los compuestos de nitrógeno (como indol y cadaverina) en las matrices orgánicas. Esto puede ayudar a los investigadores a determinar si estos compuestos nitrogenados están presentes en hasta ahora concentraciones no detectables en el aliento.
Un estudio japonés de 1996, que utilizó un semiconductor de film delgado de óxido de zinc ha demostrado que esta tecnología sensorial puede ser eficazmente utilizada en la elaboración de monitores de halitosis fáciles de manipular. El monitor, que detecta los csvs en el aliento, tenía medidas que estaban muy correlacionadas con las de los expertos de olores, con los monitores portátiles de sulfuro y con el cromatógrafo de gas.
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