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Fibromialgia, dolores musculares y articulares

El dolor tiene como objetivo la protección para guardar la integridad del organismo. Nos alejamos automáticamente del fuego o de un pinchazo, por ejemplo. Cuando hay dolor sin causa externa, es porque el órgano o tejido se está reparando de una alteración o enfermedad y así nos obliga a quedarnos quieto para que la reparación sea mejor.

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Si el dolor es crónico, se está pasando de un estado de estrés a uno de reparación constantemente. La artritis es uno de esos. Ya  sea la Artritis reumatoide, la osteoartritis, o cualquier tipo de inflamación pasajera o de larga duración de una o varias articulaciones. La enfermedad que le gana a todas con sus síntomas variados y martirizantes es la fibromialgia, cuya causa es desconocida según la Medicina Convencional. 

Entre esos síntomas pueden presentarse algunos de los siguientes, además de los dolores musculares, articulares y óseos:

  • Rigidez muscular
  • Dolores de cabeza
  • Alergias
  • Trastornos digestivos
  • Insomnio
  • Ausencia o disminución del apetito sexual
  • Depresión
  • Ansiedad
  • Intolerancia al ejercicio físico
  • Irritabilidad
  • Piel muy sensible
  • Túnel carpal
  • Gran sensibilidad a la luz, el sonido, olores y tacto.
  • Dolores menstruales
  • Sensibilidad al frío
  • Fatiga que puede llegar a ser extrema

Para qué nos sirven los músculos y articulaciones?

Estos nos sirven para movilizarnos, desplazarnos, tomar o manipular objetos y múltiples funciones más, por lo que si un dolor o una rigidez impiden esos movimientos, su equivalente es la impotencia. O sea la NO-potencia para realizar esos actos.

Qué sucesos en la vida le han producido impotencia de la movilización a una persona? Muchos pueden producirlos. Un regaño de la maestra o de los padres puede inmovilizar al niño y dejar una huella de impotencia para reaccionar. Y ¡claro!, ¿cómo rebelarse a las autoridades adultas, siendo un niño?

O, el fenómeno bullying o acoso escolar, cada vez, más frecuente, en el cual el niño o la niña se ven maltratados de palabra o de hechos, de burlas y de otra acciones agresoras, por parte de sus congéneres.

O un caso más extremo, el de un abuso sexual en el cual el niño o la niña quedan atrapados ante la autoridad, fuerza y amenaza de un adulto, sin poder reaccionar. Pero ustedes se dirán, ¡pero esos niños no padecen de fibromialgias ni dolores musculares, ni rigidez! ¡Y es cierto!

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Fibromialgia

La fibromialgia se inicia con más frecuencia entre los 34 y los 56 años de edad. Lo que ocurre es que el primer evento de marcada impotencia, de sufrimiento, deja una huella en el inconsciente, un programa, de tal manera que cuando se sufra de una dominación, agresión o ambas de parte de otro, como la pareja, el jefe, un hijo, u otra persona, será el evento disparador, el que iniciará los síntomas.

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Por lo explicado anteriormente podemos comprender el por qué la frecuencia mayor de la fibromialgia, se da en las mujeres. Son las que son más objetos de dominación por las creencias culturales. Pero también por el efecto hormonal que hace que los estrógenos en lugar de dar potencia, como sí lo da la testosterona (la hormona masculina), produce más bien seducción.

Ahora bien, la impotencia, la inmovilización es un efecto de defensa también. En lugar de huir o de defenderse, la persona puede quedar paralizada. Es el síndrome de la oveja perdida que cuando distraídamente se separa del rebaño, se paraliza; se queda en el mismo sitio, porque su instinto le dice que por ahí va a regresar el rebaño y que cuando eso ocurra, sus glándulas suprarrenales van a volver a producir corticosteroides y se va a mover con sus compañeras.

Las personas que desean ayudar a otros que presentan enfermedades o adicción al alcohol o drogas, o desean ayudar a su pareja o familiares a mejorar sus condiciones pero éstos no hacen el esfuerzo de mejorarse a sí mismos o de buscar ayuda, tendrán sentimientos de impotencia por no poder lograrlo y serán candidatas a desarrollar Fibromialgias, artritis y otros dolores musculares como los del cuello y hombros, o, una fatiga frecuente.

La fibromialgia y la artritis también pueden tener como causa emocional, la desvalorización. Así, si un niño deja caer de sus manos un objeto valioso y es reprendido severamente por ello, puede llegar a tener en un futuro una inflamación de las articulaciones de los dedos de las manos: una Artritis. O la madre que le pega con su mano a ese niño, puede, por culpa desarrollar una Artritis.

Lo curioso de los conflictos emocionales es que también se pueden tener por la acción que el otro hizo sobre uno y que quisimos impedir. Por ejemplo el hombre que abofeteó a su mujer. Ésta puede presentar la artritis en su mano, porque su deseo inconsciente era que su marido paralizara sus manos y así no le pegara. Y si además no pudo defenderse ni huir, será la Fibromialgia la posible candidata a aparecer en ella.

Frases que utilizan algunos padres con sus hijos: “Sos un idiota”, “No servís para nada”, “Todo lo hacés mal”, o uno de los términos médico muy usado: ”Déficit atencional”, son profundamente desvalorizantes. Y esto puede repercutir en el futuro en sus músculos, huesos o articulaciones.

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Personas muy esforzadas en ayudar a los demás, muy generosas y buenas y que no encuentran una respuesta parecida hacia ellas, pueden sufrir de gran desvalorización. O ya lo presentan y por eso ayudan a los demás para ser valoradas y queridas.

La culpa, entonces, también es una causa de dolor o rigidez muscular o articular, como si fuera objeto de castigo; pero también para inmovilizarse de no repetir el acto del cual se arrepintió. O porque la persona se dice: “Todo lo que hago está mal hecho” o “Tengo miedo de equivocarme y de hacer mal las cosas”, entonces paraliza la acción, ¿cómo?, inmovilizando las manos o la marcha con dolor o inflamación en sus articulaciones o extremidades.

Si se quiere afinar en la causa emocional y realizar técnicas específicas psicológicas para curar a la persona, es imprescindible determinar las zonas del cuerpo afectadas, y, las funciones que esas zonas presentan, pues cada una de ellas tiene códigos emocionales distintos. Así los músculos del cuello sirven para sostener la cabeza y “pensar correctamente en resolver un determinado problema”. Los de la región lumbosacra tienen que ver con la sexualidad en el sentido amplio: reproducción, genitalidad y placer sexual, amor sexual en unión.  Los brazos abrazan o separan, las manos castigan o dan afecto y caricia. Las rodillas tienen que ver con la sumisión, humillación y pedir con miedo algo.

Dr. Roberto Alvarado Aguirre
Médico y Psicólogo
Master en Homeopatía (niños y adultos) U. de París
Master en Desarrollo del niño. U. de París
Hipnosis, Terapia Neural, Pediatría
Teléf.: (506) 2234 5587, 2245 4086
robertoalvaradoaguirre@yahoo.com


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