Qué es la cirrosis hepática?
La cirrosis es la cicatrización del hígado causada por el daño continuo de este órgano a largo plazo.
Cada vez que su hígado se lesiona trata de repararse a sí mismo. En el proceso, se forma tejido cicatricial.
El tejido cicatricial reemplaza el tejido sano en el hígado y evita que el hígado funcione correctamente.
La cirrosis puede ser fatal si falla el hígado. Sin embargo, por lo general toma años para llegar a esta etapa y el tratamiento puede ayudar a prevenir su progresión.
Qué causa la cirrosis?
La cirrosis es causada por enfermedades crónicas del hígado (a largo plazo) que dañan el tejido hepático.
Puede tomar muchos años para que el daño del hígado conduzca a la cirrosis.
El alcoholismo crónico
El alcoholismo crónico es la causa principal de cirrosis.
El consumo excesivo de alcohol puede causar que el hígado se inflame, lo que con el tiempo puede conducir a la cirrosis.
La cantidad de alcohol que causa la cirrosis es diferente para cada persona.
La hepatitis viral crónica
La hepatitis C hace que el hígado se inflame, lo que con el tiempo puede conducir a la cirrosis.
Aproximadamente una de cada cuatro personas con hepatitis C crónica desarrollan cirrosis. La hepatitis B y la hepatitis crónica D también puede causar cirrosis.
El hígado graso no alcohólico
La grasa que se acumula en el hígado y que no es causada por el consumo de alcohol, es el cuadro denominado hígado graso no alcohólico.
Esta enfermedad puede provocar inflamación en el hígado y esto puede conducir a la cirrosis.
Las personas con hígado graso no alcohólico a menudo tienen otros problemas de salud como la diabetes, la obesidad, el colesterol alto, enfermedades de la arteria coronaria y malos hábitos alimenticios.
Lea más sobre el hígado graso no alcohólico
Enfermedad de las vías biliares
La enfermedad de la vías biliares evita que la bilis fluya hacia el intestino delgado.
La bilis se acumula en el hígado provocando inflamación de hígado, lo que puede conducir a la cirrosis.
Dos enfermedades de la vía biliar son la colangitis esclerosante primaria y cirrosis biliar primaria.
Enfermedades genéticas
Algunas enfermedades genéticas pueden conducir a la cirrosis.
Estas enfermedades incluyen la enfermedad de Wilson, hemocromatosis, enfermedad de almacenamiento de glucógeno, alfa-1 antitripsina, y la hepatitis autoinmune.
Síntomas de la cirrosis
Por lo general hay pocos síntomas durante las primeras etapas de la cirrosis.
En las primeras etapas de la cirrosis, el hígado es capaz de funcionar correctamente a pesar de estar dañado.
A medida que la enfermedad progresa, los síntomas tienden a desarrollarse cuando se ven afectadas las funciones del hígado.
Los síntomas de la cirrosis pueden incluir:
- Cansancio y debilidad
- Pérdida de apetito
- Pérdida de peso y pérdida de masa muscular
- Sensación de mareo (náuseas) y vómitos
- Sensibilidad o dolor en la zona del hígado
- Líneas rojas diminutas (capilares sanguíneos) en la piel encima de la cintura
- Picazón en la piel
- Coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos (ictericia)
- Una tendencia a sangrar o tener moretones con facilidad, tales como hemorragias nasales frecuentes o sangrado de las encías
- Perdida de cabello
- Fiebre y escalofríos
- Hinchazón en las piernas, los tobillos y los pies causadas por una acumulación de líquidos (edema)
- Hinchazón en el abdomen causado por una acumulación de líquido, cuadro conocido como ascitis.
La fase tardía de los síntomas:
En las últimas etapas de la cirrosis, es posible que haya vómitos de sangre o presencia de heces negras.
En los estados avanzados de cirrosis hay cambios en la personalidad, problemas de sueño (insomnio), pérdida de memoria, confusión y dificultad para concentrarse.
Esto se conoce como encefalopatía hepática, y se produce cuando las toxinas afectan al cerebro ya que el hígado no es capaz de eliminarlas del cuerpo.
Con el tiempo, las toxinas que normalmente serían eliminadas al exterior por un hígado sano puede causar insuficiencia orgánica múltiple, seguida de la muerte.
Diagnóstico de la cirrosis
El diagnóstico de cirrosis generalmente se basa en la presencia de un factor de riesgo para cirrosis, como por ejemplo el consumo excesivo de alcohol o la obesidad, y se confirma mediante exámenes físicos, pruebas de sangre e imágenes radiográficas.
El médico preguntará acerca de la historia médica y los síntomas de la persona y realizará un examen físico completo para buscar signos clínicos de la enfermedad.
Por ejemplo, en el examen abdominal, el hígado puede sentirse duro o agrandado con signos de ascitis (acumulación de liquido en la cavidad abdominal).
El médico indicará pruebas de sangre que pueden resultar útiles para evaluar el hígado y aumentar la sospecha de cirrosis.
Para ver en el hígado signos de aumento de tamaño, flujo sanguíneo reducido o ascitis, el médico puede indicar imagenes médicas, tales como: una tomografía computarizada (TAC), un ultrasonido o ecografía; una resonancia magnética (RM) o una gammagrafía del hígado.
El médico puede observar el hígado directamente introduciendo un laparoscopio en el abdomen. El laparoscopio es un instrumento que tiene una cámara que transmite imágenes a un monitor.
El diagnóstico de cirrosis se puede confirmar mediante una biopsia de hígado, pero no siempre resulta necesaria.
Generalmente, la biopsia se realiza si el resultado puede tener un impacto sobre el tratamiento.
La biopsia se realiza mediante la introducción de una aguja entre las costillas o en una vena en el cuello.
Se toman precauciones para minimizar las molestias. Se examina una pequeña muestra de tejido hepático con un microscopio para buscar cicatrices u otros signos de cirrosis.
A veces, durante la biopsia se encuentra una causa de daño hepático que no es cirrosis.
Tratamiento de la cirrosis
El tratamiento de la cirrosis depende de la causa y la magnitud del daño en el hígado.
Los objetivos del tratamiento son frenar la progresión de tejido cicatricial en el hígado y prevenir o tratar los síntomas y las complicaciones de la cirrosis.
Es posible que tenga que ser hospitalizado si tiene daño severo del hígado.
En la cirrosis temprana, puede ser posible minimizar el daño al hígado mediante el tratamiento de la causa subyacente.
Las opciones incluyen:
Tratamiento para la dependencia del alcohol
Las personas con cirrosis causada por el abuso de alcohol deben dejar de beber licor.
Si usted tiene cirrosis, es esencial dejar de beber ya que cualquier cantidad de alcohol es tóxica para el hígado.
Si detener el consumo de alcohol es difícil, el médico puede recomendar un programa de tratamiento para la adicción al alcohol.
Pérdida de peso
Las personas con cirrosis causada por la enfermedad de hígado graso no alcohólica pueden ser más saludables si pierden peso y controlan sus niveles de azúcar en la sangre.
Es importante mantener una ingesta adecuada de proteínas al intentar bajar de peso en el entorno de la cirrosis.
Los medicamentos para controlar la hepatitis
Los medicamentos pueden limitar aún más el daño a las células hepáticas causadas por la hepatitis B o C a través de un tratamiento específico de estos virus.
Los medicamentos para controlar otras causas y síntomas de la cirrosis
Los medicamentos pueden retardar la progresión de ciertos tipos de cirrosis hepática.
Por ejemplo, para las personas con cirrosis biliar primaria (ahora conocida como colangitis biliar primaria) que se diagnostica a tiempo, la medicación puede retrasar significativamente la progresión a cirrosis.
Otros medicamentos pueden aliviar ciertos síntomas, como picazón, fatiga y dolor.
Suplementos alimenticios pueden ser prescritos para contrarrestar la malnutrición asociada a la cirrosis y para evitar cualquier debilidad en los huesos (osteoporosis).
El tratamiento para las complicaciones de la cirrosis
Su médico trabajará para tratar las complicaciones de la cirrosis, incluyendo:
El exceso de líquido en su cuerpo
Una dieta baja en sodio y medicamentos para prevenir la acumulación de líquido en el cuerpo puede ayudar controlar la ascitis y la hinchazón.
La acumulación de líquido más grave puede requerir procedimientos para drenar los fluidos u otras intervenciones para aliviar la presión.
A veces, un pequeño tubo se coloca en la vena porta del hígado para reducir la presión sanguínea en el hígado y reducir la acumulación de líquido.
Hipertensión de la vena porta
Ciertos medicamentos para la presión arterial pueden controlar el aumento de la presión en las vena porta del hígado (hipertensión portal) y prevenir la hemorragia grave.
Su médico le realizará una endoscopia superior a intervalos regulares para buscar venas dilatadas en el esófago o el estómago (várices) que pueden sangrar.
Si desarrolla várices, es probable que necesite medicamentos para reducir el riesgo de sangrado.
Si no es capaz de tolerar la medicación y tienen indicios de que las várices están sangrando o que son propensas a sangrar, es posible que necesite un procedimiento para detener el sangrado o reducir el riesgo de sangrado posterior.
Infecciones
Puede recibir antibióticos u otros tratamientos para las infecciones.
Su médico también es probable que recomiende la vacunación de la gripe, neumonía y hepatitis.
Aumento del riesgo de cáncer de hígado
Su médico le recomendará análisis de sangre y pruebas de ultrasonido cada seis meses para buscar signos de cáncer de hígado.
Encefalopatía hepática
Se le puede recetar medicamentos para ayudar a prevenir la acumulación de toxinas en la sangre debido al mal funcionamiento del hígado.
El trasplante de hígado
En casos avanzados de cirrosis, cuando el hígado deja de funcionar, un trasplante de hígado puede ser la única opción de tratamiento.
La gente en general tiene que considerar esta opción cuando se desarrollan los síntomas de la cirrosis, como la ictericia (coloración amarilla en la piel), retención de líquidos significativa (ascitis), várices, encefalopatía hepática, disfunción renal, cáncer o sangrado.
Un trasplante de hígado reemplaza su hígado con un hígado sano de un donante fallecido o con parte de un hígado de un donante vivo.
La cirrosis es la razón más común para un trasplante de hígado.
Los candidatos para trasplante de hígado se someten a pruebas exhaustivas para determinar si son lo suficientemente sanos como para tener un buen resultado después de la cirugía.
Además, los centros de trasplante suelen requerir un periodo de abstinencia de alcohol para las personas con enfermedad hepática relacionada con el alcohol antes de que puedan recibir trasplantes.
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Autor: Dr. Carlos Muñoz Retana
Actualizado: 14 de Agosto, 2018